Estos días varios países europeos las están pasando canutas para colocar su deuda en la sucesivas emisiones que realizan sus respectivos Tesoros. La situación de la prima de riesgo ya es un habitual en los informativos, cuando hasta hace unos meses ni el tato sabía qué era eso de la prima de riesgo. Pues bien, la de España está hoy en 460 y la de Italia en 519. Pero no solo por países del sur, los famosos PIGS, han tenido o tienen problema con su deuda, otros como Bélgica, Francia o Austria han visto como su prima de riesgo subía como la espuma... La gente que nos presta dinero no se fía, y por eso nos pone unos intereses cada vez más altos. ¿Y como salimos de este marrón?
Hay dos posibles salidas, más bien tres, a esta de la crisis de la deuda.
La primera, la más evidente, sería empezar a crecer, crear riqueza, reactivar la economía, bajar la tasa de desempleo... Este crecimiento permitiría cuadrar las cuentas públicas, disminuyendo la necesidad de acudir al exterior para financiarnos, y de paso empezar a bajar nuestro nivel de deuda. Claro, esto sería lo ideal y lo que no va a pasar, al menos de momento.
La segunda opción es salir del euro. Como hizo Argentina en 2002, cuando abandonó la convertibilidad de pesos en dólares. Es verdad que es una situación diferente, ya que seguían teniendo su propia moneda y retener la fuga de capitales fue más sencillo (aunque implicó un corralito bancario). Pero los Estados podrían seguir su misma estrategia. Primero, corralito bancario; segundo, conversión de euros a moneda nacional; tercero, conversión de la deuda en euros a deuda en moneda nacional (esta es la parte complicada, puede que haya deudores que no lo acepten, pero ya pasó en Argentina ya que la deuda se emitía en dólares); cuarto, devaluación para hacernos más competitivos. En el camino de esta segunda salida a la crisis del euro posiblemente haya defaults de deuda o condiciones que hagan a los acreedores denunciar el default. Una vez con moneda propia pagar la deuda sería más sencillo, ya que el Banco Central puede imprimir dinero, lo cual generaría inflación pero disiparía las deudas (tanto públicas como privadas). Esta tendría consecuencias muy duras para los ciudadanos que verían su nivel de vida desplomarse.
La tercera y más sencilla, pero que requiere voluntad política por parte de los mandatarios europeos sería que el Banco Central Europeo comprara deuda de los Estados Miembros a gran escala, asegurando que el diferencial con la deuda alemana no pase de un determinado valor si cada país hace sus deberes. Esto haría que los países con problemas hagan reformas, por un lado, y por otro que seguramente no haya que poner dinero encima de la mesa, ya que los mercados se sentirían tranquilos y la prima de riesgo no subiría.
¿Consecuencias de esta salida? Integración fiscal más rápida dentro de la UE, reformas estructurales en toda Europa que nos acerquen a una economía más parecida a la alemana y posible riesgo de inflación si finalmente el BCE tiene que comprar deuda a mansalva e incluso crear dinero para ello.
Resumiendo, o crecemos y dejamos de pedir prestado o bien el Banco Central (ya sea el BCE si nos quedamos en el euro o el Banco de España si volvemos a la peseta) compra deuda ya que es el único que puede asegurar que tendrá dinero ilimitado.