Bonjour

La Provenza, Elliott Erwitt.

La pregunta

Recuerdo una clase en la que el profesor nos preguntó: ¿Creéis que la economía está al servicio de los ciudadanos o los ciudadanos al servicio de la economía? Nosotros, ingenuos alumnos de primero, contestamos lo primero.

Luego empezamos a ver como funcionaba el mundo, vimos cómo bancos que habían jugado a la ruleta y habían perdido eran rescatados con dinero público. Dinero de personas que luego eran desahuciadas por esos bancos por no pagar una hipoteca a cuarenta años con cláusulas suelo y un euribor trucado. Vimos como luego el Gobierno de turno reformó la Constitución en dos días para pagar con "prioridad absoluta" la deuda, ya se sabe que eso de los hospitales y las escuelas siempre puede esperar... A continuación vimos como se recortaban los servicios públicos y daban palos a la gente que protestaba por ello. Vimos como se subían los impuestos pero no precisamente a los que más tenían. Vimos como hicieron una reforma laboral para rebajar la protección de los trabajadores. Finalmente, vimos como privatizaban servicios públicos y como hacían negocio con algo que en teoría era de todos.

Estaba claro, no habíamos acertado la pregunta.

Foo dëkk?

Foto: Enrique Oliva

Neutralidad

La neutralidad no existe, al menos no en el entorno humano, puede que en matemáticas o en ciencias naturales exista el concepto de neutralidad. En la vida real no se puede ser neutral, bien por acción o por omisión uno se posiciona y deja de ser neutral. La única forma de ser neutral es estar muerto, ahí sí eres neutral, ni sientes, ni padeces. Los seres humanos estamos hechos de experiencias, sentimientos, recuerdos y por tanto las cosas nos parecen bien o mal, tenemos ideología, no somos neutrales.

Por tanto, lo que ocurre en tu vida no es fruto de la casualidad, es el resultado de una sucesión de decisiones, de posicionamientos, de elecciones. La cosas no ocurren porque sí, ocurren porque alguien, incluido tú, ha tomado una decisión en un momento dado.