Y entonces las palabras se hacen más importantes, tienen que
convertirse en caricias, en besos y en abrazos. Esas palabras no pueden ser
solo palabras, les ha tocado ser algo más, el hombro donde apoyarse y el
pañuelo donde secarse las lágrimas. No me falléis palabras, os necesito hasta
que pueda acariciarla, besarla y abrazarla con mis propias manos.
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