lunes, 30 de mayo de 2011

Prohibido prohibir

El ser humano es un animal social por naturaleza, nos hemos ido organizando en sociedades cada vez más complejas. Y como en toda sociedad, la convivencia debe seguir algunas reglas para que sea viable. Hasta aquí todo bien, todo lógico: reglas para vivir en común, organizarnos y vivir lo mejor posible. Así hemos ido evolucionando con más o menos acierto a través de los siglos hasta llegar a un sistema democrático según el cuál nuestros representantes, que hemos elegido,  se encargan de dictar dichas reglas, oséase, de hacer leyes, de legislar. El problema viene cuando se empieza a poner reglas para todo, dejando menos margen a cada individuo para que tome sus propias decisiones. Es evidente que hay comportamientos que no se deben permitir, nadie se plantea que no esté prohibido matar a otra persona, o que se pueda robar o disponer de bienes que no te pertenecen, el debate no está ahí. Me refiero a cosas más sutiles. Es verdad que vivimos desde hace algunas décadas una cierta tendencia a regularlo todo: prohibir, autorizar, permitir, obligar...son verbos que les encantan a los gobernantes. En mayor o menor medida todo está regulado y controlado, desde donde pueden jugar los niños en un parque hasta cuantos mililitros de champú puedo llevar en un avión. En la mayoría de casos se justifican las regulaciones o prohibiciones en la seguridad o un mayor bienestar. Cada día se introducen nuevas normas que impiden comportamientos que o bien no son tolerables (así debe ser) o bien, y esto es lo preocupante, que no nos gustan. Es un error prohibir todo aquello que no nos gusta, o aquello con lo que no estamos de acuerdo. No compartir las mismas ideas que alguien no tiene que llevarnos a prohibirlas. Existe algo peor aún, y es pensar que los adultos somos tontos y no sabemos cuidar de nosotros, por lo que necesitamos que papa Estado nos cuide y proteja. Y no me refiero a la seguridad o la sanidad, sino a tratarnos como ineptos y que nos digan los que está bien y lo que está mal, lo que se puede y no se puede hacer.
La clave es usar el sentido común, tener "dos dedos de frente" y no tener que poner advertencias, limitaciones y prohibiciones. La clave es la educación, parafraseando a Pitágoras, se trata de educar a los niños para no tener que castigar a los hombres. Si fuéramos más cívicos la mitad de las limitaciones/prohibiciones serían innecesarias porque aplicaríamos aquello de "mi libertad termina donde empieza la tuya". 
Y es que hay cosas que ni se pueden ni se deben regular y lo malo es que estamos en un mundo con demasiados borregos que les encanta que les digan lo que tienen que hacer (así se ahorran el tener que pensar) y dejamos que se regule más y más en nombre de la seguridad y el bienestar. Y no nos damos cuenta que la libertad es la esencia del hombre que sin ella dejamos de ser seres humanos.
Por eso revindico la Libertad. La libertad de pensar por mi mismo y de que no vengan a decirme qué tengo que hacer o cómo tengo que hacerlo. La libertad de decidir si quiero o no quiero una cosa y no que me lo prohíban de antemano con alguna excusa. La libertad de decir lo que me de la gana sin el yugo de lo "políticamente correcto" que lo único que hace es crear eufemismos estúpidos y acallar voces. La libertad de ir de un lado a otro sin encontrarme vallas que me impiden el paso.

"Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír." George Orwell


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