domingo, 6 de marzo de 2011

Conversa

-Perdón. ¿Puedo sentarme aquí, contigo, a terminar esta cerveza?
-Sí, claro.
-Mi nombre es Alejandro.
-Ah
-Alejandro Barquero
-Está bien. Yo soy Estela.
-Estaba en el otro extremo del café. No sé. Te vi tan sola.
-Me gusta estar sola.
-¿Siempre?
-No, siempre no. Hay días. ¿No te ocurre que de pronto te vienen ganas de hacer balance contigo mismo?
-A veces. Pero por lo general por la noche. Mi problema es que padezco insomnio.
-De noche prefiero dormir.
-Yo también. Pero no siempre puedo.
-¿Mala conciencia?
-No. ¿Acaso tengo aspecto de delincuente o de violador?
-De violador, no.
-¿De delincuente?
-Vaya una a saber. No hace diez años que nos conocemos, sino cinco minutos.
-¿Siempre estás así, a la defensiva?
-Hay que cuidarse.
-¿Venís a menudo a este café?
-Dos o tres veces por semana.
-¿Trabajás por aquí cerca?
-Si el interrogatorio va a continuar de esta guisa, reclamo la presencia de mi abogado.
-¿De esta guisa? ¡Qué léxico! Me gusta que tengas sentido del humor.
-Y vos ¿Qué hacés?
-Traduzco
-¿Del inglés?
-También del inglés. Pero sobre todo del francés y del italiano. Y además soy soltero en español.
-¿Me haces confidencias para que yo te haga las mías?
-No sabía que la soltería era una confidencia. Más bien creía que era un estado civil.
-Yo no soy soltera. Estoy separada.
-¿Y qué tal?
-¿Qué tal qué?
-¿Cómo te sentís en el nuevo estado?
-No tan nuevo. Hace un año que me separé. Ahora ya me acostumbré, pero al principio fue duro.
-No te pregunto si vivís sola, porque vas a pegar la espantada.
-¿Por qué? Vivo sola, claro.
-¿Y tu familia?
-Me queda poca. Mi vieja vive en Brasil, con mi hermano. Mi viejo se quedó en un infarto. Tengo una hermana, casada con un gringo, que reside en Los Ángeles. Y se acabó.
-¿Qué hora es?
-Las seis y veinte.
- Caramba. Tenía que estar a las seis en el Centro. Pero no importa. Total, ya no llego. Ni en taxi. Lo que pasa es que mi reloj está perezoso. ¿Ves que marca las cinco y diez? Además, no he perdido el tiempo. Me gustó conocerte.
-¿Conocerme? Mucho no hemos hablado.
-Lo suficiente. Y una relación no sólo se construye con palabras. También hablan los ojos ¿no?
-Ajá. ¿Y se puede saber qué te dijeron mis ojos?
-Reservado.
-Te gusta el cachondeo ¿eh?
-Me gusta pasarla bien.
-A costa de esta servidora.
-¿Se puede saber qué edad tenés?
-No se puede.
-Representás veintitrés.
-Frío, frío.
-Yo tengo veinticinco.
-Pues representás veinticuatro y medio.
-Esta vez te haré una pregunta que requiere una respuesta franca.
-Venga.
-¿Te caigo bien?
-¿En qué sentido?
-Vertical. Horizontal. El que prefieras.
-Digamos que sí. Aunque no sé por qué.
-¿Te lo explico?
-No, por favor. No soporto la vanidad masculina cuando se desata espontáneamente.
-¿No te parece como si nos conociéramos desde hace años?
-¿No te suena esa pregunta como de culebrón venezolano?
-Vos contestame. ¿Te parece o no te parece?
-¿Años? No. Me parece como si nos conociéramos desde hace vientiocho minutos.
-¿Alguien te dijo alguna vez que irradiás una simpatía tan fuerte que a uno lo marea?
-Bueno, una vez un muchacho me dijo que mi simpatía lo emborrachaba.
-¿Ves? Es así nomás. Y fijate que ni siquiera te he tocado una mano.
-Ni te atrevas.
-¿No me das permiso?
-Claro que no. Apenas ni autorizo a mi mano a tocar la tuya.
-Bárbaro.
-Tenés una piel suave. Interesante. Se ve que nunca fuiste obrero.
-¿Y esa cicatriz en la muñeca?
- Ah sí. Con ese detalle ya lo sabés todo de esta joven marquesa. Hace dos años intenté matarme.
-¿Y qué pasó?
-Me salvaron. Unas vecinas. Lo bien que hicieron. Estoy contenta de seguir vivita y coleando.
-¿Mal de amores?
-No. Falta de amores. Vacío de amores.
-¿Droga quizá?
-Nada de eso. Ni siquiera fumo. Casi no tomo alcohol. ¿Vos nunca quisiste suicidarte?
-Soy demasiado pelotudo para tomar una decisión tan laboriosa.
-Ya me dijiste que sos soltero en español. Pero ¿tenés mujer, compañera, amante o noviecita?
-Nada mi niña. Llevo tres meses y medio de virginidad sabática.
-Entonces voy a hacerte una confesión que confío aprecies en toda su buena fe.
-Así será.
-Y en toda su inocencia.
-Soy todo orejas.
-Quizá te parezca extraño, pero tengo ganas de verte desnudo.




Mario Benedetti

1 comentario:

  1. Y yo tengo una vaca lechera, ¿Qué te parece?
    Me encanta ese escritor.

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