Estrujar una hoja seca. El olor a tierra mojada después de una tormenta. Que suene el despertador, abrir un ojo, apagarlo y volver a dormir. Ojear un libro antiguo y encontrarte algo entre las páginas. Arrancar cesped. Hacer el tonto para sacarle una sonrisa a un bebé. Pisar nieve virgen. Mirar fotos de cuando eras pequeño y pensar ¿así era yo? Romper algo y decir que no has sido tú. Mirar el fuego. Ver llover desde tu ventana. Apoyarte en las paredes del pasillo cuando vuelves muy borracho a casa. Entrar en algún lugar y pensar: aquí ya he estado. El acelerón del avión al despegar. Ver una estrella fugaz. Escuchar un ruido por la noche y cagarte de miedo. Cantar en la ducha como si no hubiera mañana. Bajar la ventanilla del coche cuando vas rápido. Hablar delante del espejo. Saludar a los desconocidos por la calle. Dejar un examen en blanco. El olor a gasolina. Decir que si cuando no entiendes algo. Romper el papel de los regalos. Un ataque de risa inoportuno. Saltar sobre un charco. Pasear sin rumbo.
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